Después de un año 2020 para el olvido, referentes de las pesqueras santacruceñas ponen bajo la lupa el inicio de la zafra de langostinos. Esperan que la temporada se extienda hasta octubre-noviembre y permita un recupero positivo.
Con un precio mejor que el de 2020, buen tamaño y cantidad, sumada la inexistencia del conflicto gremial que trajo fuertes dolores de cabeza el año pasado, arrancó la pesca de langostinos en Santa Cruz.
Referentes de las empresas pesqueras contaron a Santa Cruz Produce las perspectivas de esta campaña, en la que esperan recuperarse del golpe del año pasado, aunque les preocupa la posibilidad de contagios de Covid.
“Los informes de INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero), que generalmente son cautelosos, han sido sorprendentemente buenos y muy optimistas”, manifestó el director de Argenova (Grupo Pescanova España), Mauro Zamboni. Y agregó: “Se han encontrado langostinos en cantidad y de buen tamaño, se cree que es porque el año pasado empezamos más tarde producto del conflicto gremial y después hubo menos barcos por el Covid”.
“La zafra arrancó bien en volúmenes y tamaños, aunque preocupa un poco que de las 5 áreas prospectadas sólo se abrieron dos y ya estos últimos días empezamos a notar menos talla”, contó Federico Angeleri, director comercial del Grupo Veraz. Vale recordar que el 5 de junio la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura de la Nación abrió las subáreas 13 y 14, pero dispuso el cierre de la 10, la 11 y la 12.
Precios y demanda
El aislamiento, producto de la pandemia, complicó seriamente la comercialización de langostinos en 2020, generando un derrumbe de precios de una actividad que ya venía complicada.
“Europa se recuperó, no así China, los precios hoy son de 7.000 a 7.500 dólares por tonelada de langostino, aunque podría esperarse que en el transcurso de los días va a ir a la baja, por eso considero que el desafío del sector es determinar cuántas toneladas pescar, porque a veces pescar menos significa ganar más, porque lo vendés mejor”, opinó Zamboni.
De 2018 a 2019 hubo una caída de precios de 16% (de 6.600 a 5.600 dólares/ton.). En junio de 2020, cuando todavía el comienzo de la temporada era incierto (por el conflicto con el sindicato que arrancó recién en agosto), el precio se derrumbó aún más: 4.700 dólares/ton. (25% por debajo del punto de equilibrio).
El precio de la tonelada del “oro rojo” se ubica entre los 7.000 y 7.500 dólares la tonelada
Para Angeleri, hay que separar la situación del langostino congelado a bordo y el fresco. “El producto de los buques con congelado a bordo está con buena demanda y precios interesantes de 8.000 dólares la tonelada, porque en Europa -principalmente España e Italia-, Japón y China falta producto, habrá que monitorear qué pasa los próximos meses”, contó.
La situación es distinta para lo que es fresco y congelado en tierra. “Está más trabado y no tenemos precio, hubo un aumento de la materia prima y costos extra que no se han podido trasladar al mercado”, contó Angeleri, que se mostró muy preocupado con la rentabilidad porque “la realidad macroeconómica del país, con inflación y atraso cambiario, nos genera complicaciones”.
Vale recordar que el 70-80% de la ecuación de costos está dolarizada. Además, hubo paritarias con aumento del 30% que podrían ser revisadas en septiembre.
“Los precios el año pasado estuvieron 20% por debajo de los costos, hoy tenemos valores normales, promedio de los últimos años, pero espero que podamos defender los precios y pagar las inversiones”, dijo Juan Pablo Basabilbaso, director general del Grupo Iberconsa (Pesquera Santa Cruz en Puerto Deseado).
Desafíos
“El desafío del langostino argentino es crecer agregando valor, porque de esa manera también se genera más trabajo”, opinó Angeleri.
Se refiere a que, por ejemplo, se podría hacer “langostino butterfly” envasado al vacío, que es abierto “mariposa” para hacer a la parrilla; se podría hacer más langostino “ez-peel”, que es fácil de pelar; se puede hacer “desvenado tailon”, cuando se le deja el timón o colita; se pueden hacer brochetes de langostinos con calamar o trozos de otro pescado blanco, o rebozados con coco y con panko.
“El abanico es infernal y cada vez más consumidores están buscando estas opciones que tienen que ver con comer langostino, pero con menos trabajo”, se entusiasmó Angeleri.
En esta necesidad de agregar valor coincide Basabilbaso y esgrime otros motivos. “El tema es que el langostino ha ido migrando hacia el norte y hoy hay incluso langostino en Río Negro, donde antes no había, entonces, pensando en Santa Cruz, creo que el desafío sería generar las condiciones de agregar valor en tierra y un plus de precio para que valga la pena traerlo desde más distancia”, opinó.
El desafío del langostino argentino es crecer agregando valor, porque de esa manera se genera más trabajo
Sin embargo, para ambos hay que dar las condiciones para que esto suceda, con un incentivo (por ejemplo, sacar los derechos de exportación), préstamos blandos y, otra cosa en la que ambos coinciden, “adaptar los convenios de trabajo, que son de 1970”.
“No podemos seguir trabajando con un convenio que no contempla tareas inexistentes al momento de ser redactado, tenemos que sentarnos todos y refundar la industria”, alentó Angeleri. “El convenio de estiba en Puerto Deseado debería procurar que los barcos no se vayan a otro puerto buscando menos costos laborales, los sindicatos a veces no ven esto”, opinó Basabilbaso.
“El año pasado, la mayoría de las empresas congeladoras fueron a pérdida, esperemos que este año podamos surfear la ola de Covid y terminar mejor”, apuntó Zamboni, quien ponderó la política de “teléfonos abiertos y diálogo” de la Subsecretaría de Pesca de la Nación.
Este año, esfuerzos provinciales y municipales permiten tener vacunada a la mayor parte del personal de la industria pesquera, tanto de estiva como marineros.
FUENTE: LA OPINION AUSTRAL – SUPLEMENTO SANTA CRUZ PRODUCE